Esto del carnaval es como la vida misma. Un matrimonio en toda regla, donde entre 12 y 17 personas se casan por un tiempo determinado, sellan su compromiso. ¿Amor eterno? Sólo es muy honrosas excepciones. Qué dificil es la convivencia. Qué difícil es aguantarse en casa. Pero, ante ésto, priman las risas, las alegrías compartidas, los abrazos y besos a cada entrada y salida de cada ensayo. Aunque nos hubieramos visto tres veces al día, simepre hubo besos. Aunque hubieras tenido un día de perro, siempre hubo besos...
Por eso, yo prefiero quedarme con lo bueno. Hay rupturas que necesitan abogados, otras que llegan al Palacio de Justicia, otras donde no se mira a la cara a la que ha sido tu pareja, otra donde hay celos, otras donde hay terceras personas, otras con peleas, otras con acuerdo, otras con consentimiento, otras inesperadas... Así es la vida misma y así ocurre también en este mundillo.
Yo acabo de sufrir una ruptura. Pero, aunque muchos queráis opinar y saber, no preocuparos. Como la vida misma: cuando hay entendimiento, todo se lleva mejor. Y así ha sido. En estos dos últimos años he vivido dos magníficos años de carnaval, con los que han sido mis amigos, mis confidentes, mis compañeros... En estos dos años, he tenido la suerte de conoceros más, de saber compartir mejor los buenos momentos. Pero, como en todas las rupturas, ésto ya queda en el recuerdo. La vida sigue y nadie se muere por nadie. Se van algunos que serán difícil substituir, pero se quedan otros que ya se han convertido en mi familia. La vida sigue y en estos días, donde estamos "arreglando los papeles", se escucha entre nosotros, en tono amable y cordial: "Pa mi el niño, pa ti la casa".
P.D.Ojalá pronto, el carnaval nos vuelva a poner juntos en un cuarto de ensayo. Os quiero.